martes, 11 de junio de 2013

La educación y el reverso tenebroso (V ). La "mitificación" del esfuerzo.


Las manifestaciones del reverso tenebroso son cada vez más visibles. En cualquier lugar, en cualquier momento, uno puede cruzarse con alguien aparentemente respetable que, sin embargo, no pretende otra cosa que adiestrarle en las supuestas bondades del lado oscuro, un seguidor del Lord Voldemort pedagógico que nos acecha en la sombra.

El penúltimo mortífago se llama Francisco Michavila y es Catedrático de Matemática Aplicada y Director de la Cátedra Unesco de Gestión y Política Universitaria de la Universidad Politécnica de Madrid. En una reciente entrevista publicada en el diario El País con motivo del nuevo sistema de ayudas que prepara el Gobierno, nos regalaba algunas perlas que me gustaría comentar, dada la ligereza con que las dejaba caer y la trascendencia que, sin embargo, encuentro yo en las mismas, especialmente viniendo de alguien teóricamente experto (valga la redundancia).

La medida, decía Michavila refiriéndose a la posible subida de la nota mínima necesaria para la obtención de una beca, llega en el momento menos adecuado. Es un sinsentido endurecer las exigencias para conseguir una beca justo cuando las familias tienen las mayores dificultades económicas (…). Va en contra de cualquier política de solidaridad. Solo favorece la exclusión social.

Según el Catedrático de Matemática Aplicada, endurecer las exigencias para conseguir una beca” es algo insolidario que favorece la exclusión social.  Mi opinión es que una beca, por puro sentido común, debe suponer una ayuda a quien demuestre merecerla y un estímulo para que todo estudiante se esmere por conseguir los mejores resultados académicos. Si las becas se conceden sin exigencia, ¿dónde está el estímulo? Si se rebaja el nivel de exigencia para  evitar la “exclusión social”, se está excluyendo socialmente a quien más se esfuerza y se va en contra, no sé si de la “solidaridad”, pero seguro que de la más elemental justicia social. ¿Qué concepto de exclusión social tiene el Sr Michavila? Precisamente la obligación moral de una sociedad avanzada como (debería ser) la nuestra es la de ayudar a un estudiante que, no pudiendo pagar sus estudios, haga méritos para que aquellos le sean subvencionados.

Continuaba Michavila denunciando que si para acceder a una beca universitaria se sube el mínimo a un 6,5 queda mucha gente fuera.  ¿Pero qué nota cree este hombre que merece una beca si le parece excesivo un 6,5? ¿Un 5? ¿Un 4,5? Claro que quedará “gente fuera”. Así debe ser. Lo fundamental es que no quede fuera nadie que haya hecho méritos para estar dentro.

El grado, proseguía, debe ser una forma de redistribución social y no debería exigirse una nota de entrada. Cualquiera debería tener acceso a la Universidad, como fuente de conocimiento. Luego ya se le puede exigir ir aprobando, pero no con unos porcentajes tan altos. ¿Cómo es posible que un Catedrático afirme que no debe exigirse una nota de entrada a un grado? ¿”Cualquiera” debe tener acceso a la Universidad? Será cualquiera que lo merezca, cualquiera que lo aproveche, cualquiera que desee estudiar y aprender. ¿Pero en qué mundo vive el Sr Michavila? ¿O en qué mundo vivo yo? Desde luego no en el mismo. Y hablaba de "la Universidad como fuente de conocimiento”. ¿De qué conocimiento, si los alumnos entran sin nota, con el propósito de “redistribuirse socialmente" (ha dejado pequeño a Wert el Catedrático) y con la única condición de “ir aprobando” pero “no con unos porcentajes tan altos”? ¿Dónde y cómo obtuvo su Cátedra el Sr Michavila?

Como buen mortífago (o como buen Lorth Sith, si lo prefieren), Michavila, que domina a la perfección las sutilezas de la Fuerza, daba con el problema aprovechando su conocimiento de lado oscuro: la culpa es de los profesores (¿a que no se lo imaginaban?). Todo se arreglaría, exponía el insigne Catedrático, mejorando el qué y el cómo se explica. Si se consiguiera interesar a los estudiantes repetirían menos. Hay que hacer unas clases más activas, con menos teoría, aclara.

Con gran habilidad, Michavila condensaba en tan solo dos líneas tres de los más importantes dogmas de la pedabobería oficial:

a) El profesor no sabe explicar.

b) El profesor no sabe motivar.

c) El profesor enseña demasiada teoría.

No me extraña que, con teóricos como este, la situación de nuestro sistema educativo sea la que es. Y menos mal que los profesores, en su mayoría, se tapan los oídos, como los hombres de Ulises en La Odisea, para evitar ser atraídos, estos por las sirenas, aquellos por el poder del lado oscuro (“más rápido, más fácil, más seductor” -Maestro Yoda dixit-) y continúan, con más o menos ímpetu según las circunstancias, intentando transmitir conocimientos a sus alumnos.

Pero donde se desataba toda la furia tenebrosa de Lord Michavila era en la valoración del concepto “esfuerzo”, que para el Catedrático de Matemática Aplicada es algo positivo pero mitificado. Los alumnos, defendía, se esfuerzan muchísimo (¡¡en el extranjero!! -las exclamaciones son mías porque cada vez que alguien dice algo parecido recuerdo el chiste de Forges sobre los alumnos que se van de orgasmus-). 


Si el esfuerzo está mitificado, ¿qué nos queda? ¿Qué sociedad pretendemos tener si la que debería ser primera premisa para el ascenso social es relativizada e incluso repudiada? Si el esfuerzo está mitificado, ¿el enchufe está minusvalorado?

2 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo. Si las becas se regalan dejan de llamarse como tal y se convierten en meros subsidios.
    Con respecto al esfuerzo y la labor de los profesores, me viene a la memoria el chiste aquel que contaba Moreno Castillo: ese chaval que, semitumbado en la silla de su pupitre, manos tras la nuca sujetando la cabeza, vociferaba a los cuatro vientos, "a mí que me motiven..."

    ResponderEliminar
  2. Pues sí, una especie de PER educativo. Bien traído el chiste de Ricardo, Manuel. Un abrazo

    ResponderEliminar