jueves, 13 de junio de 2013

A nuestros rateros


El mismísimo Nietzsche alabó “el modo en que los villanos aparecen en escena como un relámpago”, comparándolo con “un juego de manos”. La jota de la Gran Vía de Federico Chueca es un ejemplo del denominado género chico, en concreto una “revista”, pues trataba temas de actualidad como la construcción de la conocida calle madrileña. Castiza, festiva y de plena actualidad pese a haberse estrenado hace más ya ciento veintisiete años en el Teatro Felipe de Madrid, nos presenta a tres rateros que presumen de su "habilidad". Vaya esta entrada en homenaje a nuestros rateros contemporáneos, no tanto a los mangantes de a pie como a los de despacho, por su inestimable labor en favor de la involución social. 

Algunos extractos:

Rata 1º Soy el Rata primero.
Rata 2º Y yo el segundo.
Rata 3º Y yo el tercero.

Los tres. Siempre que nos persigue la autoridad, es cuando muy tranquilos timamos más.

Los tres. Cuando nos echa mano la policía estamos seguritos que es para un día. A muchos les paice que nuestra carrera, sin grandes estudios la sigue cualquiera; pues oigan ustedes lo que es más preciso pa ser licenciado sin ir a presidio.

(…)

Para empezar la carrera hay que tener vocación, yendo una vez tan siquiera a ponerse el capuchón. Porque allí tan solo se puede apreciar lo que vale luego tener libertad. Por más que en saliendo, siempre grito yo: "¡Vivan las cadenas si parecen buenas y son de reloj!".

(…)

Los Ratas. ¡Ay qué gracia tiene esta ratonera, que se van los Ratas de cualquier manera! Vamos con cuidado, sin pestañear y ya van mil veces que nos chuleamos de la autoridad. ¡Riá!


Nota para neófitos: La zarzuela es un género escénico que combina declamación, canto y partes instrumentales. Su nombre procede del Palacio de la Zarzuela, lugar donde se representó por primera vez este tipo de obra dramática y musical construido en el siglo XVIIcomo pabellón de caza,  por orden del Cardenal-Infante Don Fernando, Gobernador de Flandes y hermano de Felipe IV, que posteriormente adquirió en propiedad. Se llamó Palacio de la Zarzuela por la abundancia de zarzas en los alrededores.

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