jueves, 27 de junio de 2013

¿Plazas preparadas?


El compositor norteamericano John Cage creó el llamado “piano preparado” colocando clips de oficina, gomas de borrar y otros objetos entre las cuerdas del piano para que, adulteradas, ofrecieran timbres diferentes. Esto, que en la música supuso una interesante innovación, no es admisible en la oferta y asignación de plazas, que es responsabilidad del Departamento de Educación del Gobierno de Navarra.

Año tras año, muchos tenemos la sensación (y en algunos casos la convicción) de que determinadas plazas son plazas preparadas, como el piano de Cage. Plazas falseadas que, teniendo más horas de una especialidad, salen curiosamente por otra. Plazas extrañas con perfiles inverosímiles. Plazas que aparecen y desaparecen. Plazas que se metamorfosean sin explicación aparente. Plazas cuyas definidísimas y/o extravagantes características nos impulsan a pensar mal. Muy mal.

La Administración debería ser la primera interesada en demostrar transparencia. Pero no. Si así fuera, no nos encontraríamos todos los cursos el mismo panorama, las mismas reclamaciones y el mismo desgaste entre el profesorado, harto de que, cuando pregunta en Educación, se pasen la pelota de unos a otros y eludan toda responsabilidad. Harto de que el concepto "mérito" sea, como diría el ya olvidado ZP, “discutido y discutible”. Harto de que se hable de leyes de transparencia cuando la transparencia se demuestra con hechos y no con manifestaciones grandilocuentes.

Señor Consejero, Señores Directores Generales, Señor Director del Servicio de Inspección Educativa, Señores Inspectores y Señores Directores que permiten este tipo de situaciones: esto no es aceptable ni presentable. Búsquenle solución. Y búsquenla ya, para que no tengamos que volver a denunciarlo el curso que viene. Esto es una tomadura de pelo.
 

lunes, 24 de junio de 2013

El "Nota" como paradigma estudiantil


Hay cosas que tienen gracia en el cine pero poca en la vida real. Por ejemplo, si hay un personaje que engancha como pocos, al menos bajo el punto de vista de mis gustos cinematográficos, es el “Nota”, protagonista de aquella comedia excéntrica y alocada titulada “El gran Lebowsky” que dirigieran los Hermanos Coen. El “Nota” es un tipo que, distante del gran sueño americano, refleja a la perfección el modelo pasota, abandonado y conscientemente poco preparado cuyo único objetivo en la vida es el de subsistir.

En los últimos tiempos estamos asistiendo a la intensificación de la ya tradicional campaña de desprestigio de conceptos como “esfuerzo”, “conocimiento” o “mérito” con los que se pretende contrarrestar la filosofía demoscópico-econonomicista del PP, sin tener en cuenta que unos y otros, los fanáticos de la prima de riesgo y los talibanes de la mediocracia, se acomodan en sus posturas axiomáticas sin ningún interés por encontrar el término medio. Parece ser que una “mayoría social” rechaza la ley Wert y reclama el mantenimiento del statu quo. Pero pocos plantean alternativas a una ley, la inminente, que no solucionará casi nada, y a otra, la vigente, que ha estropeado casi todo.

Lo triste de todo esto es que, no compartiendo en absoluto la política educativa del PP, resulta complicado asumir los argumentos de quienes la censuran en su conjunto sin reflexión previa. Basta comprobar cómo las contadísimas decisiones de este gobierno potencialmente positivas, como la revisión de la nota media necesaria para la obtención de una beca, no han sido merecedoras si quiera de un mínimo debate; al contrario, han originado un populista rasgamiento de vestiduras en defensa de “los pobres”.

Todas las ideas pueden, deben, ser discutidas. Es más: es indispensable que cualquier planteamiento pase el filtro del debate para desarrollarse y consensuarse con unas ciertas garantías. Pero esto, en España, no es posible, porque nadie está dispuesto a moverse de su sitio. Entre quienes opinan que un estudiante que no llegue al 6,5 de media debe abandonar la Universidad, caso del ministro Wert, y quienes defienden que basta un 5 para recibir una beca con todos los honores, hay un espacio intermedio que debería explorarse, sin perder nunca de vista que una beca debe otorgarse en función del mérito y no del simple cumplimiento del deber de todo estudiante, que es estudiar. Además del mérito, la otra condición inexcusable, por puro sentido de la justicia social, es que el estudiante, además de merecer la beca, la necesite.

Tenemos en este país un serio problema: con algunas -audaces- excepciones, muchos de los que deberían defender ciertos postulados (lo que habitualmente denominamos “la izquierda”) lo hacen mediante la defensa de la ignorancia, la dejadez y la demagogia más boba. No hace mucho me llegaba un artículo de uno de los últimamente habituales tertulianos televisivos, en el que respondía a una pregunta hecha por sí mismo (no en vano es tertuliano): ¿Por qué hay entonces tanto fracaso escolar en España? Básicamente por dos razones; unos altos niveles de exigencia inexistentes en los demás países (en España no se puede seguir estudiando sin el título de ESO) y por la estafa del boom inmobiliario que empujó a muchos jóvenes a dejar de estudiar para ponerse a trabajar en la construcción.

Churras y merinas aparte, afirmar que el fracaso escolar se debe al “alto nivel de exigencia” es propio no ya de ignorantes, sino de bellacos.

En fin, si lo que queremos es que el modelo de nuestros jóvenes sea el del “Nota”, tarugo pero simpático, ya sabemos qué debemos hacer: seguir, unos, fabricando mano de obra y, otros, formando ciudadanos iletrados. Y al que no le guste, que diga, como el “Nota”, “¿de qué cojones estás hablando?” o “le importa que me fume un peta”?


martes, 18 de junio de 2013

De tintas verdes y contrarreformas (IV). Todos contra la LOMCE.



Cada vez que me llega una propuesta de adhesión a comunicados, changespuntooerregés o manifestaciones contra la LOMCE me ocurre lo mismo: comparto únicamente el desacuerdo con la ley. El 95% de los motivos alegados por mareas verdes, sindicatos y plataformas anti-wert me resultan inasumibles. Y claro, termino por no suscribir comunicados ni participar en manifestaciones.

La penúltima oportunidad de hacer frente común contra la pérfida lomce la he tenido al recibir un texto, propuesto por CEAPA (Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos), consensuado, parece ser, con distintos grupos parlamentarios y sindicatos entre el 30 de mayo y el 13 de junio: Grupo Parlamentario Socialista, Grupo Parlamentario Catalán, Grupo Izquierda Plural, Grupo Parlamentario Aasco, Grupo ERC, Grupo CC-Nueva Canaria, Grupo Compromis, Grupo GEROABAI, FETE-UGT, CCOO, STES y la propia CEAPA. En el Parlamento de Navarra secundan el texto I-E, BILDU, PSN y GEROA BAI.

Comento a continuación las 10 razones para rechazar la Ley Wert que plantean los firmantes del manifiesto (el contenido del comunicado, siempre en cursiva):

1. Incapacidad del Gobierno para buscar consenso en materia de educación que pueda dar estabilidad a nuestro sistema educativo, despreciando a la comunidad educativa y a los interlocutores sociales y políticos con los que nunca se contó salvo para pedir su adhesión al proyecto de ley.

Compartiendo la acusación de falta de consenso, creo necesario aclarar que esto no supone ninguna novedad. Los dos grandes partidos siempre han utilizado políticamente la educación y nunca han demostrado la más mínima intención de consenso. Ni unos ni otros. Por lo tanto, en esta situación no tiene mayor responsabilidad el Partido Popular que el Partido Socialista, firmante de este comunicado.

2. Instrumentaliza las legítimas aspiraciones de mejora del sistema educativo para imponer una contrarreforma segregadora e intervencionista, que resulta inútil para resolver los problemas reales de la educación.

La LOMCE no va a ser más “inútil para resolver los problemas reales de la educación” que la LOGSE o la LOE (de hecho, sería casi imposible pergeñar una ley más nociva que las citadas). Solo comparto el calificativo de “segregadora” en lo que respecta al vergonzoso amparo legal que ofrece a la segregación por sexos en centros privados-concertados, aspecto este que no parece importar a los firmantes de este texto. Por lo demás, entiendo que segregar, lo que se dice, segregar, se segrega a quien se esfuerza y no ve recompensado su empeño. Esta es la auténtica segregación: la marginación del esfuerzo.

3. Carece de memoria económica creíble y suficiente y deja a una dudosa financiación europea la cobertura de los créditos que genera la reforma.

De acuerdo, pero no entiendo que, considerando que la reforma es tan perversa, quienes así la consideran se lamenten de la ausencia de memoria económica.

4. Conculca el principio de igualdad de oportunidades al producir segregación temprana, permitir la publicación de rankings y favorecer la exclusión del alumnado con dificultades.

Precisamente uno de los pocos aciertos de la LOMCE es el adelantamiento de los itinerarios. Uno de los errores más graves de todos estos años ha sido confundir la igualdad de oportunidades con la igualdad de resultados y capacidades. La primera condición para que un sistema educativo funcione es partir de la realidad. Y esta indica que todos los alumnos son diferentes en cuanto a capacidades, intereses y motivaciones y que no se puede obligar a alcanzar ciertos niveles académicos a quien no puede o no quiere alcanzarlos si no es rebajando el nivel general de exigencia con las consecuencias que todos conocemos. Por otra parte, no comparto ese rechazo ante la hipotética publicación de los resultados académicos. Si se hace con rigor y de forma no sesgada, no encuentro inconveniente.

5. Promueve un sistema de reválidas con efectos punitivos en vez de formativos, que alienta la desconfianza hacia el profesorado y limita la formación integral del alumnado.

Otro de los pocos aciertos de la LOMCE es el establecimiento de pruebas externas. Aunque está por ver quién y cómo las realiza, cuestionar la validez de una prueba como sistema de comprobación de la adquisición de conocimientos responde a un punto de vista tontaina de la enseñanza con el que no puedo comulgar. Lo que realmente “alienta la desconfianza del profesorado” es que los resultados académicos sean lamentables,  no que se hagan públicos. Es inconcebible que quienes piden la retirada de estas pruebas (a las que llaman “reválidas” para poder tildarlas de “franquistas” en un alarde de imaginación) no lo hagan por una posible falta de exigencia u objetividad sino por “punitivas” y porque, según un criterio francamente surrealista, “limitan la formación integral del alumnado”.

6. Devalúa el sistema de FP, necesitado de impulso y respaldo, y organiza una clasificación de asignaturas arbitraria, con una ordenación académica incongruente y antipedagógica que deja fuera del currículo importantes áreas formativas como la EpC y otras imprescindibles para la formación integral del alumnado.

Coincido en la valoración negativa respecto a la clasificación de las materias que establece la LOMCE (no en que esta devaluará la FP -más bien creo que la favorecerá-). Me parece especialmente penoso el maltrato a las Humanidades y en concreto a asignaturas como la Filosofía o la Música. En cuanto a EpC, soy contrario a la impartición de esta asignatura, como también lo soy (y lo he manifestado en ocasiones anteriores) a que la Religión, como materia doctrinal, esté incluida en la red pública.

7. Niega la diversidad lingüística de las CC.AA. con lengua propia y atenta contra el modelo de inmersión lingüística que garantiza el conocimiento del catalán y el castellano al finalizar la formación y que ha sido fundamental para la cohesión social y la convivencia lingüística en Cataluña.

Resulta más fácil, esto lo entiendo, quedarnos con las folclóricas declaraciones del inefable ministro sociólogo en las que amenazaba, como si estuviera en plena cruzada, de querer “españolizar a los alumnos catalanes”. Pero lo grave no es tanto el asunto lingüístico como el hecho de que, con esta excusa, se pagará con dinero público la escolarización en centros privados.

8. Impone la recentralización educativa al promover un cambio en la distribución de las competencias y otorga al gobierno del Estado el total control de ciertas áreas estructurales y una mayor capacidad para determinar el currículo y las nuevas reválidas.

En mi opinión, las comunidades autónomas tenían una excesiva autonomía en el diseño del currículo, así que no me parece mal que esto se modifique.

9. Limita la participación de la comunidad educativa al vaciar de competencias los consejos escolares y postula una autonomía de los centros intervencionistas respecto a las condiciones laborales de los trabajadores.

Sin ninguna duda, este es uno de los aspectos de mayor gravedad y que puede tener consecuencias más negativas en el funcionamiento de los centros y en el desarrollo de la labor docente. Ahora bien, que partidos como CIU o PSOE denuncien algo que aplican desde hace tiempo en sus respectivas comunidades autónomas y con mucha más dureza de lo que la LOMCE sugiere, es un tanto cínico.

10. Lesiona la acreditada equidad de nuestro sistema educativo público sin mejorar la calidad e instala un modelo educativo elitista, economicista e impropio de un Estado aconfesional.

En primer lugar, debo suponer que los firmantes del texto querían decir “igualdad” (según la RAE, principio que reconoce a todos los ciudadanos capacidad para los mismos derechos) en lugar de “equidad” (igualdad de ánimo; bondadosa templanza habitual; justicia natural); en segundo lugar, desconozco dónde han acreditado los firmantes de este texto la “equidad” (o igualdad) “de nuestro sistema educativo público”. Nuestro sistema educativo iguala únicamente en resultados, lo que no solo tira por tierra el principio de la igualdad real de oportunidades sino que, además, excluye a quien, mediante su esfuerzo, demuestra más méritos que los demás.

Por todo lo anterior, las organizaciones sociales y políticas firmantes exigen:

1. La retirada del Proyecto de Ley Orgánica para la mejora de la calidad educativa.

2. La apertura de un proceso de negociación y diálogo real con el ministerio de Educación.

A modo de conclusión, estaría de acuerdo en la retirada de la LOMCE si esto implicara, no el mantenimiento del sistema vigente, sino la elaboración de una nueva ley que partiera de la experiencia de los profesores, que premiara el mérito y el esfuerzo y que permitiera a todo aquel que se lo mereciera una formación académica y humana de la máxima calidad. Como no es esto lo que se pide y no hay alternativa, me abstengo de cualquier campaña contra la LOMCE. Y cuantas más razones me dan, más me reafirmo en mi abstención. Dejo para otro día el impagable vídeo titulado LOMCE y Reválidas: Ley Wert a examen, en el que se escenifica la supuesta segregación de alumnos (en el vídeo, escogidos al azar y obligados a subir a un camión camino de algún Auschwitz  epistemológico). 

jueves, 13 de junio de 2013

A nuestros rateros


El mismísimo Nietzsche alabó “el modo en que los villanos aparecen en escena como un relámpago”, comparándolo con “un juego de manos”. La jota de la Gran Vía de Federico Chueca es un ejemplo del denominado género chico, en concreto una “revista”, pues trataba temas de actualidad como la construcción de la conocida calle madrileña. Castiza, festiva y de plena actualidad pese a haberse estrenado hace más ya ciento veintisiete años en el Teatro Felipe de Madrid, nos presenta a tres rateros que presumen de su "habilidad". Vaya esta entrada en homenaje a nuestros rateros contemporáneos, no tanto a los mangantes de a pie como a los de despacho, por su inestimable labor en favor de la involución social. 

Algunos extractos:

Rata 1º Soy el Rata primero.
Rata 2º Y yo el segundo.
Rata 3º Y yo el tercero.

Los tres. Siempre que nos persigue la autoridad, es cuando muy tranquilos timamos más.

Los tres. Cuando nos echa mano la policía estamos seguritos que es para un día. A muchos les paice que nuestra carrera, sin grandes estudios la sigue cualquiera; pues oigan ustedes lo que es más preciso pa ser licenciado sin ir a presidio.

(…)

Para empezar la carrera hay que tener vocación, yendo una vez tan siquiera a ponerse el capuchón. Porque allí tan solo se puede apreciar lo que vale luego tener libertad. Por más que en saliendo, siempre grito yo: "¡Vivan las cadenas si parecen buenas y son de reloj!".

(…)

Los Ratas. ¡Ay qué gracia tiene esta ratonera, que se van los Ratas de cualquier manera! Vamos con cuidado, sin pestañear y ya van mil veces que nos chuleamos de la autoridad. ¡Riá!


Nota para neófitos: La zarzuela es un género escénico que combina declamación, canto y partes instrumentales. Su nombre procede del Palacio de la Zarzuela, lugar donde se representó por primera vez este tipo de obra dramática y musical construido en el siglo XVIIcomo pabellón de caza,  por orden del Cardenal-Infante Don Fernando, Gobernador de Flandes y hermano de Felipe IV, que posteriormente adquirió en propiedad. Se llamó Palacio de la Zarzuela por la abundancia de zarzas en los alrededores.

martes, 11 de junio de 2013

La educación y el reverso tenebroso (V ). La "mitificación" del esfuerzo.


Las manifestaciones del reverso tenebroso son cada vez más visibles. En cualquier lugar, en cualquier momento, uno puede cruzarse con alguien aparentemente respetable que, sin embargo, no pretende otra cosa que adiestrarle en las supuestas bondades del lado oscuro, un seguidor del Lord Voldemort pedagógico que nos acecha en la sombra.

El penúltimo mortífago se llama Francisco Michavila y es Catedrático de Matemática Aplicada y Director de la Cátedra Unesco de Gestión y Política Universitaria de la Universidad Politécnica de Madrid. En una reciente entrevista publicada en el diario El País con motivo del nuevo sistema de ayudas que prepara el Gobierno, nos regalaba algunas perlas que me gustaría comentar, dada la ligereza con que las dejaba caer y la trascendencia que, sin embargo, encuentro yo en las mismas, especialmente viniendo de alguien teóricamente experto (valga la redundancia).

La medida, decía Michavila refiriéndose a la posible subida de la nota mínima necesaria para la obtención de una beca, llega en el momento menos adecuado. Es un sinsentido endurecer las exigencias para conseguir una beca justo cuando las familias tienen las mayores dificultades económicas (…). Va en contra de cualquier política de solidaridad. Solo favorece la exclusión social.

Según el Catedrático de Matemática Aplicada, endurecer las exigencias para conseguir una beca” es algo insolidario que favorece la exclusión social.  Mi opinión es que una beca, por puro sentido común, debe suponer una ayuda a quien demuestre merecerla y un estímulo para que todo estudiante se esmere por conseguir los mejores resultados académicos. Si las becas se conceden sin exigencia, ¿dónde está el estímulo? Si se rebaja el nivel de exigencia para  evitar la “exclusión social”, se está excluyendo socialmente a quien más se esfuerza y se va en contra, no sé si de la “solidaridad”, pero seguro que de la más elemental justicia social. ¿Qué concepto de exclusión social tiene el Sr Michavila? Precisamente la obligación moral de una sociedad avanzada como (debería ser) la nuestra es la de ayudar a un estudiante que, no pudiendo pagar sus estudios, haga méritos para que aquellos le sean subvencionados.

Continuaba Michavila denunciando que si para acceder a una beca universitaria se sube el mínimo a un 6,5 queda mucha gente fuera.  ¿Pero qué nota cree este hombre que merece una beca si le parece excesivo un 6,5? ¿Un 5? ¿Un 4,5? Claro que quedará “gente fuera”. Así debe ser. Lo fundamental es que no quede fuera nadie que haya hecho méritos para estar dentro.

El grado, proseguía, debe ser una forma de redistribución social y no debería exigirse una nota de entrada. Cualquiera debería tener acceso a la Universidad, como fuente de conocimiento. Luego ya se le puede exigir ir aprobando, pero no con unos porcentajes tan altos. ¿Cómo es posible que un Catedrático afirme que no debe exigirse una nota de entrada a un grado? ¿”Cualquiera” debe tener acceso a la Universidad? Será cualquiera que lo merezca, cualquiera que lo aproveche, cualquiera que desee estudiar y aprender. ¿Pero en qué mundo vive el Sr Michavila? ¿O en qué mundo vivo yo? Desde luego no en el mismo. Y hablaba de "la Universidad como fuente de conocimiento”. ¿De qué conocimiento, si los alumnos entran sin nota, con el propósito de “redistribuirse socialmente" (ha dejado pequeño a Wert el Catedrático) y con la única condición de “ir aprobando” pero “no con unos porcentajes tan altos”? ¿Dónde y cómo obtuvo su Cátedra el Sr Michavila?

Como buen mortífago (o como buen Lorth Sith, si lo prefieren), Michavila, que domina a la perfección las sutilezas de la Fuerza, daba con el problema aprovechando su conocimiento de lado oscuro: la culpa es de los profesores (¿a que no se lo imaginaban?). Todo se arreglaría, exponía el insigne Catedrático, mejorando el qué y el cómo se explica. Si se consiguiera interesar a los estudiantes repetirían menos. Hay que hacer unas clases más activas, con menos teoría, aclara.

Con gran habilidad, Michavila condensaba en tan solo dos líneas tres de los más importantes dogmas de la pedabobería oficial:

a) El profesor no sabe explicar.

b) El profesor no sabe motivar.

c) El profesor enseña demasiada teoría.

No me extraña que, con teóricos como este, la situación de nuestro sistema educativo sea la que es. Y menos mal que los profesores, en su mayoría, se tapan los oídos, como los hombres de Ulises en La Odisea, para evitar ser atraídos, estos por las sirenas, aquellos por el poder del lado oscuro (“más rápido, más fácil, más seductor” -Maestro Yoda dixit-) y continúan, con más o menos ímpetu según las circunstancias, intentando transmitir conocimientos a sus alumnos.

Pero donde se desataba toda la furia tenebrosa de Lord Michavila era en la valoración del concepto “esfuerzo”, que para el Catedrático de Matemática Aplicada es algo positivo pero mitificado. Los alumnos, defendía, se esfuerzan muchísimo (¡¡en el extranjero!! -las exclamaciones son mías porque cada vez que alguien dice algo parecido recuerdo el chiste de Forges sobre los alumnos que se van de orgasmus-). 


Si el esfuerzo está mitificado, ¿qué nos queda? ¿Qué sociedad pretendemos tener si la que debería ser primera premisa para el ascenso social es relativizada e incluso repudiada? Si el esfuerzo está mitificado, ¿el enchufe está minusvalorado?